¡Buenas
noches desde Japón! Sé que he tardado mucho en actualizar, pero realmente no he
podido hacerlo antes. De todas formas, ¡por fin comienza oficialmente el blog!
Empecemos
por el viaje en avión. Fue horrible. Cuando fui a pasar por el control en el
aeropuerto de Barajas en Madrid me dijeron que tenía que sacar el portátil
fuera y ponerlo en una bandeja. Yo llevaba el portátil en el equipaje de mano, abajo del todo. Tuve que abrir la
maleta (que iba cerrada con un candado), sacar todas las cosas de dentro, sacar
el portátil y volver a meterlo todo. Y todo ello con las prisas y la gente
esperando… Ah, y todo eso sin zapatos porque me hicieron quitarme las botas.
Pensé que ese sería el único problema pero no, en el aeropuerto de Londres tuve
que volver a hacer lo mismo.
Cuando me
monté en el avión dirección a Japón y me senté, vi que en frente de mí había
una pantalla en la que podías encontrar películas en varios idiomas, gran
variedad de música, juegos, un mapa en 3D, el recorrido del avión… Y pensé “¡Genial!
Así no tendré tiempo de aburrirme.” No. Mentira. Creedme que en 12 horas de
vuelo por muchas cosas que te den para entretenerte terminas harto. Nos dieron
también una manta, una almohada, unos auriculares y un cepillo de dientes
pequeñito con un poco de pasta dentífrica. A pesar de todo me fue imposible
dormir en el avión, ya que al no tener donde reposar decentemente la cabeza me
hacía daño en el cuello.
Primera comida del avión
Así, tras
casi 24 horas sin dormir, llegué a Japón. Nada más salir del avión lo primero
que noté fue una bofetada de humedad. Fue como entrar en una sauna. Los
trámites en el aeropuerto de Narita fueron sencillos, aunque tardé un buen
rato. Al llegar, entre otras cosas, te toman huellas y te hacen una foto,
también te dan la tarjeta de residente. Cuando por fin salimos a la zona de
llegadas allí estaba Karito, la alumna voluntaria de la Universidad de Kanda
que se encargaba de recogerme en el aeropuerto y guiarme un poco. Karito me
recibió muy acogedoramente, e incluso traía un abanico de papel en el que había
escrito mi nombre y me daba la bienvenida a Japón, el cual me regaló porque aún
hace mucho calor en Japón. Yo también le llevé a ella un regalo por tomarse la
molestia de recogerme y ayudarme tanto, que, casualmente, también era un
abanico.
Mientras
estábamos en el aeropuerto esperando a otros compañeros, cambiando dinero, etc.
se acercó a nosotros un reportero con un cámara y una intérprete y nos hicieron
una mini entrevista para un programa de televisión japonés. Las chicas
japonesas que estaban con nosotros dijeron que saldríamos por la televisión,
pero la verdad es que no le he prestado mucha atención.
Tras
terminar todo lo que teníamos que hacer cogimos el tren, y cada uno se fue
bajando en la parada que le correspondía para llegar a su nueva casa. Mi
residencia está bastante lejos, así que tardamos un buen rato en llegar, ambas
cargadas con mis maletas (llevaba 3 bultos en total). Cuando por fin llegamos a
la residencia nos abrió la dueña del lugar, a la cual llamamos okaasan por petición suya, y me explicó
las normas de la residencia así como otras instrucciones necesarias. Todo en
japonés. La okaasan no sabe inglés,
así que en la residencia todo está en japonés y todo se explica en japonés. En
ese momento Karito me ayudó y me lo explicó en español, porque yo estaba tan
cansada que no podía pensar con claridad. Cuando subimos la maleta a mi
habitación (vivo en un 3er piso en Japón, lo que sería un 2º piso en España) e
hicimos todo el papeleo pensé que por fin podría descansar. Inocente de mí. La okaasan nos dijo que debíamos ir a comprar
algunas cosas que necesitaría desde ese momento, así que tras recuperar el
aliento unos minutos volvimos a salir para comprar.
Fuimos a la
zona de Tsudanuma, la cual está a unos 20-30 minutos andando de mi residencia.
Compramos algunas cosas en Daiso y fuimos a comer a Saizeriya. Todo el que me
conoce sabe que adoro la comida y me paso el día comiendo (¡y como no engordo
puedo comer lo que quiera!), bien pues ese día en Saizeriya creo que dejé casi
medio plato de comida. Karito me decía que había comido muy poco, pero en esos
momentos yo sentía que si seguía un minuto más allí sentada comiendo colapsaría
y me caería al suelo. De veras. Creo que nunca me había sentido tan cansada en
mi vida.
Cuando
terminamos de comer Karito tenía que ir a otro lugar a atender otro asunto, así
que me tocó volver sola desde Tsudanuma hasta la residencia. Con todas las
bolsas de la compra. En esos momentos lo único que quería era llegar a mi
habitación y tirarme en la cama a dormir un rato. Nuevamente, inocente de mí.
Cuando llegué a la residencia y fui a meter la llave en la cerradura no
entraba. Le di miles de vueltas, probé varias veces a pesar de que veía que no
entraba de ninguna forma. Nada. Finalmente decidí llamar al portero y preguntar
si me podían abrir, tarea ya de por sí difícil porque en esos momentos no
estaba para hablar mucho japonés. Siguiendo con mi racha de buena suerte, la okaasan no estaba, así que me respondió
uno de sus hijos pequeños. No podía decirle a un niño de 8 años que me abriese
la puerta (yo sería una desconocida para él) así que me senté en uno de los
bancos del jardín a cocerme al vapor con la humedad esperar que la okaasan volviese. Al ratito volvió por fin y se
disculpó porque, de todas las cosas que me había explicado, se le olvidó
mencionar como abrir la puerta. Resultó que la cerradura de era puerta no está
en la puerta en sí, sino donde están los buzones. Con razón no podía abrir.
Resuelto el misterio, subí hasta mi habitación para descansar. No quería
quedarme dormida, porque en unas horas había una reunión de presentación con el
resto de chicas de la residencia, pero estaba tan cansada que me quedé dormida.
Ni siquiera oí la alarma, me desperté cuando okaasan vino a llamar a mi
puerta. Me arreglé lo más rápido que pude y bajé a la reunión.
Cuando bajé
ya estaban allí todas las chicas de la residencia. Nos volvieron a explicar más
cosas y nos presentamos todas en japonés, rellenando unas tarjetitas magnéticas
con información nuestra para ponerlas en la pizarra donde están los números de
las habitaciones. La okaasan y su marido hicieron curry con arroz para
cenar y nos invitaron a todas, estaba realmente rico. De postre había pera que
me supo a gloria también. Después de cenar y tras estar un rato hablando con otra
chica de habla hispana, por fin subí a mi habitación a dormir. Sin embargo al
día siguiente tuve que madrugar, ya que teníamos que ir a la universidad a
hacer un examen entre otras cosas. Pero eso es algo que contaré otro día,
¡porque esta entrada ya me ha quedado muy larga!
No paro de leer experiencias de españoles por Japón y sin embargo todos la cuentan de forma distinta, es genial, ¡Gracias por compartir tus experiencias!
ResponderEliminarBueno, somos personas distintas así que vivimos las cosas de forma distinta! jajaja
EliminarGracias a vosotros por leerme ^^